3.4. Conclusiones
En primer lugar, en relación con los aspectos de accesibilidad analizados, se constata una notable diferencia de funcionalidad y seguridad entre las estaciones que sirven al núcleo de la capital de las del resto.
El núcleo de Bilbao comprende un conjunto de estaciones modernas, recientemente reformadas que, salvo el incomprensible caso de Ametzola, resultan accesibles en lo que respecta a la eliminación de barreras físicas.
El resto de la línea integra apeaderos en estado precario, con problemas en los accesos, alejados de los núcleos residenciales, y con importantes carencias en materia de ergonomía, seguridad y funcionalidad.
Así, se constata que muchos andenes carecen de los elementos funcionales que garanticen unos mínimos de confort durante la espera: mobiliario, marquesinas de protección, vestíbulos de espera, etc.
Por otra parte, tal y como ya se ha referido, muchos de los apeaderos se ubican en una localización impracticable, junto a la carretera, en zonas con tráfico rodado intenso, en entornos naturales de difícil acceso, que complican el recorrido peatonal de prácticamente cualquier persona.
El resto de las carencias que principalmente muestra la infraestructura se concretan en:
– Edificios cerrados o con acceso complicado: puertas estrechas de doble hoja.
– Carencia de sistemas constructivos y/o mecánicos que permitan el desplazamiento autónomo y seguro a/entre los andenes.
– Mobiliario no adaptado que no garantiza el empleo universal.
– Asientos sin batería específica para personas con movilidad reducida, ni apoyos isquiáticos complementarios.
– Carencia de señalización táctil para las personas con discapacidad visual en los accesos, vestíbulos y andenes.
– Insuficiente provisión de sistemas de comunicación e información al viajero: carencia de megafonía y teleindicadores, presencia de paneles de información estática en formatos no accesibles para todas las personas.